Kalia con sabor de TamTam
En casa del herrero, cuchara de
palo.
Hemos tardado en incluir el plato
típico de nuestro pueblo, la Kalia.
Espero que nuestros vecinos,
acepten nuestro atrevimiento con la versión.
Este, es un plato que se hace en
la tajine. Os presentamos la receta original ya que lo nuestro, ha sido una
adaptación. Se trata de un pisto, al que se añaden pequeños trozos de carne,
puede ser ternera o cordero, pero en trozos muy pequeños y a la que, una vez
lista, se le incorporan huevos, que se cuecen con la tapa de la tajine cerrada.
Es uno de los platos más
versionados de todo el país, se hace de muchas maneras y con muchos ingredientes,
es común verla lejos del desierto como tajine de kefta, esa versión, es
exactamente igual, pero en vez de pequeños trozos de carne, es con pequeñas albóndigas
de kefta.
También algunos, la sirven con
pinchos y un simple sofrito de tomate y cebolla.
Esta que os presentamos, es la
autentica kefta del Erg Chebi, un plato para degustarlo al sonido de los
tamtam.
Ingredientes
Tomate
Cebolla
Pimiento rojo y verde
Carne de ternera cortada a
pequeños trozos
Huevos
Sal, pimienta y comino
Para la ensalada Merk Hzina
Tomate, apio, cebolla, pimiento
rojo y verde, limón encurtido, aceitunas, cilantro, perejil, zumo de limón,
aceite y sal.
A esta ensalada, también se la
mal conoce como “Ensalada Marroquí”
Empezaremos sofriendo la cebolla
en la tajine, cuando esté dorada, añadimos los pimientos y los tomates, bien
limpios, sin piel ni semillas y cortado en cuadraditos pequeños. Cuándo el
pisto este prácticamente listo, añadimos la carne, también cortada en pequeños
trozos, añadimos la sal y la pimienta. Finalmente y antes de sacar la tajine
del fuego, cubrimos el pisto con huevos y espolvoreamos con comino. Tapamos y
dejamos cuajar los huevos. Listo.
Para la ensalada, cortamos en
picadillo todos los ingredientes, aliñamos y decoramos con tiras de limón
encurtido que habremos mezclado también con el resto de ingredientes.
Imposible comer una kalia, sin el
sonido de los tamtam a nuestro alrededor.
Se come sin cubiertos, con mucho
pan y todos directamente desde la tajine.
“Sus
cabezas son verdes y sus manos azules”
Este es el título
original de un libro de viajes de Bowles, que se editó como “Cabezas verdes,
manos azules”. Pocos son los que han escrito tanto y tan bien, como lo hizo
Bowles, sobre Marruecos.
Curiosamente y como suele suceder, se le conoce por su
famoso Cielo Protector, pero fueron muchas las obras, con las que el prolífico
viajero, extravagante y curioso escritor
estadounidense, narró un Marruecos desconocido para muchos. En este libro,
Cabezas Verdes, nos cuenta sus experiencias, su búsqueda de músicas por el
Atlas o el Rif y sus incursiones en recónditos poblados del desierto. Hay quien
incluso atribuye la receta original de esta kalia al mismo Bowles. ¿Quién sabe?
Hemos pisado los
pasos de Bowles, lo seguimos haciendo, nadie o pocos como él definían este
terruño de tan magistral manera:
“Luego está el cielo, comparado con el cual
todos los demás cielos parecen intentos fallidos” (Bautismo de soledad) (África Menor ) de Cabezas verdes, manos azules.
Descubre
interioridades, plasma experiencias propias en su obra…
“En el Norte de África la
tierra deja de ser un elemento tan importante del paisaje porque te descubres a
ti mismo levantando constantemente la vista para mirar al cielo”
(El África menor)
Acabado su
periplo por el sur, somos conocedores de que fue un embajador de algunas
recetas, en su querida Tánger y la kalia, fue una de ellas. Entre otras muchas
cosas, Bowles, nos regaló la traducción del mejor libro de la literatura
marroquí —es una visión personal— El Pan Desnudo de Mohamed Chukri.
Nos despedimos con
esta kalia y un pasaje de El Cielo Protector, obra de alguien que comió durante
días kalia al sonido de los tamtam o quizás escribió historias.
“Como no sabemos cuándo vamos a morir, creemos que la vida es un pozo
inagotable. Sin embargo todo sucede sólo un cierto número de veces. Y no
demasiadas. ¿En cuántas ocasiones te vendrá a la memoria aquella tarde de la
infancia, una tarde que ha marcado el resto de tu existencia? Una tarde tan
importante que ni siquiera puedes concebir el resto de tu existencia sin ella.
Quizá cuatro o cinco veces. Quizás ni siquiera eso. ¿Y cuántas veces más
contemplarás la luna llena? Quizás veinte. Y sin embargo, todo parece
ilimitado.”
La fotografía de Bowles, está extraída de una de sus obras.