Beilba
Jalouat en El Jardín Perfumado
¿Alguien podría
imaginarse un festín, donde estuviese presente un agasajo compuesto por
cincuenta dromedarios cocidos y otros tantos asados y rellenos con cabezas de
cordero?
Las más
sensuales especias, las más sugestivas combinaciones, el culto al paladar y al
invitado: higos, en todas sus especies, dátiles, refinados manjares,
desconocidos frutos secos, pistachos, almendras, dulces y amargas, cardamomo,
cúrcuma, azafrán ¿agua de rosas? Sí, agua de rosas y de jazmín, guisos con agua
de lavanda, un bulgur, aromatizado con canela, vainilla, jengibre y adornado
con semillas de sésamo.
No hace falta
imaginarlo, todo eso y mucho más, estaba presente en el Hazâr Afsâna, un
antiguo libro Persa, pilar de Las Mil y una Noches.
Todo esto viene,
porque en ese libro, ya se hace mención a un dulce de huevo y azúcar, huevo
dulce, Beilba Jalouat.
Es muy común
encontrar en la antigua literatura árabe, la simbiosis de letras y gastronomía.
Milimétricamente definidas y con recreo exhaustivo de ingredientes y viejas
recetas.
Uno de los máximos
exponentes, es aparte de ese compendio de cuentos de Las Mil y una Noches, otro
clásico y a veces mal entendido libro, como es El Jardín Perfumado del Jeque Nefzawi (Abu
Abdullah Muhammad ben Umar Nafzawi), escrito en Túnez, en el mil quinientos y
algo.
Y digo mal entendido,
porque aparte de tratarse de un manual sexual, comparado con el Kamasutra, El Jardín
Perfumado, es un compendio de historias, donde la gastronomía y las recetas,
una vez más están presentes.
Recetas sobre todo,
para mejorar la virilidad masculina y aumentar la libido femenina, como por
ejemplo una que hace mención a la leche de dromedaria, que mezclada con miel y
tomada regularmente, convierte al sexo masculino, en una fuente interminable de
potencia y vigorosidad.
Los Beilba Jalouat,
también están presentes en esa obra.
Desgraciadamente e
imagino debido a censuras o pormenores similares, la traducción del Jardin
Perfumado, en muchos pasajes, no es muy fiel al original, la primera traducción
se debe a Sir Richard Burton, en 1886.
Siempre he pensado, que
la aromaterapia, se debe al Jeque Nefzawi y su Jardín Perfumado, pero eso, es
tan solo, una visión muy particular.
Os recomiendo la
lectura de este libro, obligada lectura, que comienza así:
“¡Loado sea Dios, que
ha situado la fuente del mayor placer del hombre en las partes naturales de la
mujer, y la fuente del mayor placer de la mujer en las partes naturales del
hombre!”
Ingredientes
Los Beilba Jalouat, no
son más que lo que en España se conoce como yemas de Ávila. Me resulta curioso,
ver como en algunas partes, se indica que el origen de estas yemas es incierto,
cuándo una vez más, al igual que otras muchas recetas, estas yemas, estos
Beilba Jalouat, no son más que la herencia del Legado de Al Andalus.
En Marruecos, están presentes,
sobre todo, en pastelerías de la zona atlántica y se aromatizan con diferentes
esencias.
12 yemas de huevo
1 rama de canela
100 grs de azúcar glass
200 grs de azúcar
1 corteza de limón
Cerezas confitadas
Hacemos un almíbar en
un cazo al que habremos incluido diez cucharadas de agua, el azúcar, la piel de
limón y la canela. Cuando tengamos el almíbar, retiramos del fuego.
Quitamos la canela y el
limón. Añadimos las yemas de huevo y vamos removiendo a fuego medio con la
precaución de que las yemas no se
cuajen.
Retiramos del fuego esa
masa y la ponemos sobre un mármol, añadimos las cerezas picadas finamente y
mezclamos. Dejamos enfriar y hacemos un rulo de unos tres centímetros de diámetro.
Espolvoreamos con el azúcar glass. Como si hiciésemos albóndigas, iremos
moldeando la masa rebozando con el azúcar. Las servimos en capsulas de papel.
Podemos quemar con soplete o con hierro la parte superior para caramelizar.
Nosotros, tal como
indica la receta del Jardín Perfumado, añadimos al almíbar unas gotas de
esencia de lavanda y decoramos con cerezas cortadas a modo de media luna.
Por cierto, almíbar
viene del árabe al-maiba, un jarabe espeso y dulce, que se hace a base de
membrillo.
Buenas lecturas y
buenas recetas…
Muy intetesante lo que nos contáis, os aburriréis de leerlo... así que las yemas de Santa Teresa, vienen del legado Al Andalus y en concreto de este Beilba Jalouat, plato que según nos decís ya se mencionaba en el libro que comentáis... Hazâr Afsâna. Va a ser difícil memorizar todo lo que nos contáis a diario... ufff, qué nivel!
ResponderEliminarVuestras yemitas Beilba Jalouat tienen una pinta....
Un saludo.
Jordi una maravilla como siempre, pues nada me la apunto para hacerla, venga un saludo adeuuu
ResponderEliminarVuestras entradas son una gozada...Me gustan mucho y me transporta a vuestros lugares.Muchas gracias las yemas son riquísimas un abrazo chicos
ResponderEliminarHace años probé las yemas de Santa Teresa, y no me gustaron. Hace un año mi madre las trajo de un viaje y tampoco le gustaron a mi marido. Pero, de esta forma presentadas, y siendo tan evocadoras, quizás me anime a probarlas en casa, seguro que cambiamos nuestro punto de vista sobre este postre. Un saludo.
ResponderEliminarMe había iluminado con un chiste fácil sobre la libido y Santa Teresa, pero mejor no lo cuento, no sea que hiera sensibilidades.
ResponderEliminarMe apunto la reseña del Jardín, no había oído hablar de ese libro, promete.
Vaya despliegue.
Muacks
Ruth
Ya me llevo mi racioncita de cultura del día, lástima no poder coger también un par de esas yemitas...gracias GRANDES!!
ResponderEliminarLas yemas de Avila se creían únicas y resulta que son otro legado, como tantas y tantas recetas que tenemos en este país.
ResponderEliminarBesitos guapos
Qué me gusta más? Las fotos, las explicaciones, la receta... todavía no lo se.
ResponderEliminarPues a mi me encantan las prohibitivas (por la de "calorías enloquecidas" que deben tener) yemas Beilba Jalouat,de Santa Teresa, o de Avila .... me da igual de dónde sean, porque después de venir a diario a leeros, cada vez tengo más claro que nunca acabaré de agradecer todas las influencias que tenemos en nuestra cocina.
ResponderEliminarLas yemas y el tocino de cielo son mi perdición! Cuando los tengo cerca siento una atracción irrefrenable, y ... ahora lo entiendo! je, je je.... (claro que, después de comerlas... se puede hacer "ejercicio" y ya está! )
Estupendas, como siempre, cocina y fotografía.
Doble placer, por las yemas y por vuestra introducción. Un abrazo, Clara.
ResponderEliminarEs verdad que que es una pena que las referencias sexuales hayan dado lugar a la censura por un parte, pero también a una equivocada interpretación por otra, de muchas obras de la literatura. Lo que está claro es que la descripción del placer en todas sus posibilidades e incluso la capacidad de provocarlo a través de unas líneas, es un regalo que podemos encontrarnos en algunos libros. Hace falta, eso sí, una mente libre y clara, sacudirse los prejuicios y las ideas preconcebidas para que el placer no tenga límites. Recuerdo el estremecimiento de descubrir muchas cosas en los libros antes que en la vida y cómo agradezco ahora haber vivido tantas cosas gracias a los libros. Como la delicadeza y dulzura de estas sugerentes yemas.
ResponderEliminarLas preparé hace poco porque en casa siempre tenemos excedente de yemas, en casa estaban todos de lo más contentos. El toque de canela que les da seguro que las hace especiales y buenísimas. Un besote
ResponderEliminarQue fotos y que pinta ;) y como siempre aprendemos un poquito más, enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo
Desde luego que voy a leer el libro.Los pastelitos son de una delicadeza y una ternura que a simple vista cautivan.Es verdad que a mi estos bocaditos de yema y azúcar me encantan.
ResponderEliminarPara hacer el almíbar ¿cuánto tiempo lo teneis? ¿a fuego fuerte o bajo? ¿controlais una determinada temperatura?.
Bsos
Que maravilla de receta y de entrada por supuesto, tu introducción es lo mejor:)
ResponderEliminarhttp://hoysonrioalespejo.blogspot.com/
Me habéis dejado con ganas de más. Estoy tomándome el té especiado de la tarde y no me importaría acompañarlo de un par de Beilba Jaluat, aunque me conformaré con unos dátiles. La lectura la apunto a pendientes, que la lista ya va siendo larga. Un beso
ResponderEliminarVolvemos a ver en esta receta lo ligado que están las cocinas mediterráneas.
ResponderEliminarLa historia bien curiosa, como siempre. El día que a la receta no le pongáis un apéndice de algo de historia nos dejareis mancos. Vosotros mismos os habéis subido el nivel a lo alto.
Por cierto, he comprado el libro de Mourad Mazouz y lo encuentro muy interesante, además hay recetas que ya tengo ganas de hacerlas. Se me gira trabajo....
Besos
Que dulce más bueno, con una presentación de lujo.
ResponderEliminarUn saludito
muy buenas estas beilba jaluat y muy chula las manera de presentarlos.
ResponderEliminarMe gusta el ¡Loado sea Dios...........tiene buena pinta tambien ja,ja
saludos
La dulzura en estado puro, me pongo ya a buscar ese libro. Ibn
ResponderEliminarJordi cuando he visto la foto he pensado me recuerdan a las yemas!!!! que buenas, pero ya veo que en algunos sitios ya no son los pioneros!!! Esta presentación la encuentro fantástica!!!besotes
ResponderEliminarMe encanta la cocina marroquí, y me encanta haberos encontrado, mil gracias por compartir, un beso
ResponderEliminarQUE POSTRE TAN DELICADO y QUE LIBRO TAN INTERESANTE!!!
ResponderEliminar¡Cuántas más comidas habrá cuyo origen sea el legado de Al Andalus! Como dato, puedo comentar que en Ávila está documentada la más grande almacabra (maqbara) de toda la Meseta (y probablemente de toda la península), lo que atestigua la presencia musulmana en esta ciudad hasta el momento de su expulsión. Por lo tanto, parece evidente la relación entre las yemas de Santa Teresa y las Beilba Jalouat.
ResponderEliminarMe permito dejaros esta breve explicación sobre la población mudéjar de Ávila, sus restos arqueológicos y las beilba jaluat:
ResponderEliminarLa almacabra de Ávila
Un abrazo,